viernes, 2 de enero de 2015

EJERCICIOS DE LUZ. 3° PARTE



Temas tratados en esta 3° parte:

1-  Despejamiento de imágenes.
2-  Despejamiento de creencias y formas de pensamientos.
3-  Liberación de acuerdos psíquicos (contratos).
4-  Retirada de cordones.


(Del libro: “Manual de Ejercicios Pleyadianos de Luz”.
Los ‘Pleyadianos’ son emisarios y ayudantes de la Hermandad Blanca Planetaria)


Para trabajar con los ejercicios de esta 3° parte es necesario conocer y haber practicado los ejercicios preliminares de la 1° y 2° parte, ya publicados en este blog.



Despejamiento de imágenes

Primero me gustaría definir lo que entiendo por «imáge­nes». Las imágenes son generalmente una de estas tres cosas:
1) Las imágenes que tienen otros sobre ti o sobre una cuestión de la vida;
2) tus propias conclusiones limi­tadas, extraídas de la experiencia vital; o
3) imágenes de experiencias vitales que permanecen en el aura o en el cuerpo a causa de la existencia de cargas emocionales no liberadas. A continuación siguen ejemplos hipotéticos de cada una:

1. Imágenes de otros. Quizá te aburrías en clase de­bido a la falta de estímulo de la creatividad individual. Como consecuencia, soñabas despierto y no sabías bien la lección, con lo que se te tomó erróneamente por poco inteligente o estúpido. Las imágenes que tenían de ti tu profesor, tus padres y tus compañeros penetraron en tu aura generando dudas y baja autoestima. Las imágenes quedaron prisioneras en ti. Todavía llevas esas imágenes.
Otro ejemplo: Quedaron estancadas en ti imágenes de los monólogos incesantes de tu padre sobre lo dura que es la vida. Utilizaba las comidas para exponer las dificulta­des que entraña ganarse la vida, que la vida es competi­ción y que nadie te da nada en este mundo si no peleas por ello. Para probarlo dibujaba ejemplos extraídos de su pro­pia experiencia proyectándolos hacia el resto de la fami­lia, impregnándote con esas imágenes, que tú absorbías porque aún eras impresionable. Estas imágenes, estanca­das en tu tercer chakra, te recuerdan constantemente que la vida es dura. Las vives en forma de rigidez y/o dolor, incluso úlceras, cuando te enfrentas a los retos de la vida diaria. Tiendes a magnetizar muchas dificultades y grandes conflictos por haber absorbido las imágenes de tu padre y tenerlas aún en el aura o los chakras.

2. Tus propias conclusiones limitadas a partir de las experiencias vitales. Eres una mujer que de joven tuvo varias experiencias con chicos tocones que proyectaban imágenes lujuriosas de lo que les gustaría hacer contigo. Tu inseguridad te hacía desear ser aceptada y tenías miedo de los hombres a causa de la actitud negativa de tu padre. Ahora tienes imágenes estancadas en los pechos o los órganos femeninos que representan a los hombres como conquistadores que miran a las mujeres con lujuria. Esto genera miedo, relaciones en las que se te utiliza como objeto sexual y una incapacidad de atraer a tu vida hom­bres que te respeten como amigos o amantes.
Otro ejemplo: De niña destacabas en canto y danza, siendo éste el único modo en el que te sentías apreciada. Tienes las imágenes de esas experiencias grabadas en el chakra del corazón como la forma de obtener amor. Tam­bién permanecen en el tercer chakra como el modo de ge­nerar autoestima, así como en el tercer ojo como única fuente de imágenes positivas propias. Esto limita enorme­mente tu capacidad de desarrollo adulto, la cual se basa en un sentido de amor y apreciación de uno mismo. Todavía pretendes ganarte el amor y la aprobación del mismo modo. A causa de esto, puedes crearte problemas en las mismas áreas en que tanto confías. Si eres cantante, puedes provocarte un desequilibrio en la tiroides o rigidez en las cuer­das vocales. Si bailas, puedes dislocarte la rodilla justo antes de la prueba más importante.
Cuando colocas tu sentido de autoestima, tu propia imagen y tu propia valía en una sola persona o cosa -ya sea aceptación sexual, cantar, bailar o cualquier otra obsesión personal-desarrollas en tu interior el miedo de per­der esa capacidad o aspecto porque le has dado una im­portancia mayor de la que tiene. Ese miedo acaba creando una crisis de un modo u otro, ya sea física, mental o emocional. La respuesta es despejar las imágenes, cam­biar los comportamientos y desarrollar un sentido espiri­tual de la propia valía basada en actuar con integridad y viviendo como el ser maravilloso que se es. Así, el canto, la danza o la expresión sexual puede ser una fuente natu­ral que surja de una visión sana, integral y amorosa del propio yo.

3. Experiencias vitales con carga emocional no libe­rada. Si abusaron de ti física o sexualmente de niño, adolescente o adulto, puede que aún lleves imágenes de esas experiencias en tu campo energético. Estas imágenes ahora crean un trauma y un gran miedo que tu vida mag­netiza. Cuando ocurrieron aquellas experiencias, proba­blemente no sabías o no podías liberar emociones y senti­mientos, de modo que los atrapabas junto con las imáge­nes vitales en el cuerpo y el aura. Puede que necesites un entorno seguro con un terapeuta o sanador espiritual de confianza para acabar expresando y liberando estos trau­mas en la vida adulta. O puede que seas capaz de liberarlas sabiendo ayudarte a ti mismo.
Puede servir de mucho sentarse en un lugar seguro y hacer fluir energía mientras respiras profundamente y eli­minas las imágenes pasadas en el interior de rosas hasta que desaparezcan. Si no puedes encontrarlas tú mismo, puede que necesites la ayuda de un buen sanador clarivi­dente.

Un ejemplo menos intenso de esta categoría de imáge­nes lo representa la gente que compra sólo productos anunciados y de marca. Sin duda es algo de lo más co­rriente en la sociedad actual. Se produce el refuerzo cons­tante de ciertas imágenes en anuncios de revistas y perió­dicos, así como en los anuncios de la televisión y la radio que dicen: «El nuestro es el mejor» o «Si quiere que su familia le quiera, sírvales...» o «Lave su ropa con...» Creo que la imagen es clara. Perdón por el juego de palabras.
Como persona sensible a ciertos productos químicos debido a alergia a detergentes, champús, jabones y perfu­mes comerciales, conozco las neurotoxinas incluidas en esos productos que matan literalmente tejido cerebral y terminaciones nerviosas. Naturalmente, he tenido que con­cienciar del problema a alumnos y amigos con quienes paso mucho tiempo para que dejen de usar estos produc­tos si quieren que pasemos tiempo juntos. Algunas perso­nas aceptan los cambios con elegancia e incluso agrade­cen que se les hable de la naturaleza tóxica de estas sus­tancias. Otros se lo toman como algo personal. Sin embar­go, unos pocos han llegado a mirarme con miedo o temor y han dicho cosas como: «Pero tengo que usar tal marca. Es lo único que de verdad me limpia la ropa» o «Es el único champú que funciona con mi pelo. Todos saben que es el mejor». La primera vez que oí tales reacciones me sorprendió tanto que se creyeran tales cosas que me quedé muda. Luego empecé a hablarles de lo limpia que estaba mi ropa, lavada sólo con bicarbonato y a veces con quita­manchas sin productos químicos. Y el brillo y la fuerza de mi pelo lavado con champú y acondicionador ecológicos sin perfume. También dirigí a la gente hacia los detergentes no perfumados y biodegradables, jabones y productos de limpieza. Poco a poco empezaron a eliminar sus imágenes tras conocer, utilizar y ver los resultados de las alternati­vas no tóxicas. Muchos me agradecieron más tarde el tener un pelo y una piel así de sanos, menos ataques de sinusitis y menos mareos después de cambiar de detergen­te o dejar los perfumes en favor de aceites esenciales de alta calidad.
Por supuesto, no son más que unos pocos ejemplos de las imágenes que os pueden bloquear, pero son suficientes para daros una idea de qué se puede buscar en uno mismo. Ahora tenéis que saber qué hacer con esas imágenes. Des­pués de identificar las imágenes que os bloquean es bas­tante fácil despejarlas. Básicamente, se hace fluir energía mientras se eliminan repetidas veces las imágenes coloca­das en el interior de rosas hasta su desaparición. Si las imágenes cuentan con mucha carga, puede hacer falta un proceso frecuente de despejamiento durante un tiem­po hasta que se perciba un sentimiento nuevo y estable y/ o una reacción de comportamiento estable en las corres­pondientes áreas vitales.
Cuestiones más profundas con sentimientos y formas de pensamiento extremadamente traumáticos o fijados pueden precisar ayuda de otras per­sonas, pero este proceso resulta increíblemente bueno para la mayoría de las imágenes estancadas.


Usa el formato siguiente para despejar imágenes:

1. Cierra los ojos y conéctate a la tierra.
2. Comprueba el tamaño, colores y rosas del aura y haz los ajustes precisos.
3. Haz fluir las energías cósmicas y terrestres a través de los canales del cuerpo y pon ambas en Automático.
4. Determina una imagen, de uno de los ejemplos an­teriores o de alguno propio, que sientas estancada en ti.
5. Actúa sobre las imágenes con el ojo de la mente. Si no ves o recuerdas automáticamente las escenas mientras piensas en el asunto, pide que una imagen lo represente.
6. Coloca la imagen en el exterior del aura y ponla en el interior de una gran rosa del color que crees automá­ticamente.
7. Disuelve esta primera rosa y crea una nueva en su lugar alrededor del resto de la imagen.
8. Continúa creando y disolviendo rosas alrededor de la imagen lo más rápido que puedas, aunque sin prisas, hasta que la imagen termine por desaparecer. Si surgen emociones durante este proceso, respira profundamente para ayudarte a su total liberación. Si empiezas a llorar o a temblar, convéncete de que estás a salvo y que sólo expe­rimentas emociones antiguas que abandonan tu cuerpo. Luego procede a sentir las emociones lo más intensamen­te posible mientras creas y disuelves rosas. Si necesitas gritar, golpear almohadas, saltar arriba y abajo o simple­mente observar los sentimientos, confía en tu conocimiento interno de lo que precises. La expresión correcta acabará con la contracción, hará que sientas emociones más since­ras y te traerá alivio incluso durante el proceso.
9. Ahora visualiza otra imagen asociada con el mismo asunto y elimínala con rosas una y otra vez hasta que también desaparezca. Repite este proceso hasta que no queden más imágenes relacionadas.
10. Sigue haciendo fluir energía y respirando profunda­mente para ayudar a la liberación de emociones y energías unidas a las imágenes. Cuando sientas cesar la liberación de energías y/o emociones y vuelva a haber luz en ti, has terminado.
11. Luego crea una afirmación que reemplace las viejas imágenes. Empieza a formularlas con un positivo «soy», tal como «soy libre y estoy a salvo para expresarme a mí mismo» o «soy un Ser de Luz hermoso y radiante y pro­fundamente digno de respeto y amor cuando canto y cuan­do no» o bien «la vida y las personas están de mi parte sin esfuerzo y con alegría». La afirmación contribuirá al an­claje de una realidad alternativa más alineada con quien eres de verdad y lo que quieres crear en la vida.
12. Abre los ojos y date las gracias con el regalo que te acabas de hacer.
13. Inclínate y descarga.  


Despejamiento de creencias, juicios, imágenes perfectas y ‘formas de pensamiento’

«No hay límites, sólo creencias» es una expresión fa­vorita mía. Quiere decir mucho. Lo que quiere decir es que uno crea su propia realidad y que aquello que uno cree se manifestará en la vida, conscientemente o no. Es útil, por lo tanto, examinar algunas de las creencias que no queramos que nos controlen la vida. Si te enfrentas al problema de que no te toman en serio, es posible que exista una combinación de asuntos relacionados con la autoestima que precisen ser sanados, así como muchos sentimientos colaterales. Tus creencias pueden ser «no gusto a la gente porque no tengo nada que guste» o «no tengo una buena conversación, soy aburrido» o «soy el felpudo de todos. Todos me pisan y no sé cómo evitarlo». En cuanto se aceptan tales creencias como verdades, se­guirán presentándose situaciones y personas que te darán la razón. Del mismo modo, si cambian estas creencias, permitirás que el mundo te brinde tipos nuevos y diferen­tes de situaciones y personas más en consonancia con una verdad superior.
He tenido muchas conversaciones con amigos y clien­tes sobre la validez o no de sus creencias. Un cliente tenía una creencia en su tercer chakra con este efecto: «No gusto a nadie ni me dan una oportunidad». Cuando le señalé que era una creencia que había que cambiar se puso a la defensiva diciendo: «Es cierto, no es culpa mía, yo no lo he querido así. Así es mi vida y lo puedo probar una y mil veces con las cosas que no dejan de ocurrir». Protegía tanto sus creencias y su propio complejo de vícti­ma que me costaba mucho hablar con él.
Intenté explicar a este cliente que la vida no dejaba de darle la razón debido a la ley del magnetismo. Atraía hacia sí lo que encerraba dentro diciendo que la fuente profunda del problema era su propia ira y el resentimiento hacia personas que en el pasado lo habían tratado mal y que lo que necesitaba hacer era despejar la creencia, libe­rar las antiguas emociones y acabar finalmente en estado de perdón. Lo único que llegó a admitir durante esa sesión fue: «Bueno, quemaré la creencia, pero no va a servir para una mierda». Cuando quise actuar en él sobre las emocio­nes que mantenían la creencia en su sitio, se resistía e insistía tanto en probar que su ex esposa le había tratado mal que veía justificado mantener la culpa, el resenti­miento y la ira hasta que ella admitiera que había obrado mal. No pude hacer nada más que respetar su libre albe­drío.
Hay que estar dispuesto a deshacerse del pasado si se quiere sanar y crear un futuro más positivo. Había una canción muy buena que se hizo famosa hace unos años que decía: «Y lo importante es perdonar, perdonar, aun­que... ya no me quieras más». No todas las creencias requieren perdón para ser liberadas; pero algunas, como la que tenía mi cliente, claramente sí lo precisaba.


Los elementos principales para despejar una creencia son:

1-  Ser consciente de la creencia.
2-  Disposición a reconocer la creencia como tal y no como verdad.
3-  Disposición a deshacerse de la creencia.
4-  Disposición a sentir y liberar emociones relaciona­das con ella.
5- Aceptación de la responsabilidad de crear la reali­dad propia y de no ser víctima de ella.
6-  La capacidad de imaginar una alternativa sana e ili­mitada a la creencia.
7-  Un método para liberar la antigua creencia.


El método que uso para despejar ‘creencias’ es bien simple. Tras identificar una creencia que se quiera despe­jar, tal como «No tengo el atractivo suficiente para que al­guien me ame», se cierran los ojos y se visualiza una ima­gen o un símbolo que represente la creencia. Por ejemplo, uno se ve a sí mismo mirándose en un espejo de mano, y el cristal se rompe en reacción a la imagen. Luego se retiene la imagen de uno mirando al espejo roto en el ojo de la mente mientras se piensa en la creencia y el cuerpo respira profundamente para descubrir dónde se contrae y qué emociones se sienten. Puede resultar que el pecho esté un poco hundido y el chakra del corazón constreñido por la angustia y la vergüenza. Puede que la cabeza esté bloqueada, los ojos tensos y el recto y la parte inferior de la espalda contraídos. Después se respira hacia esas áreas de una en una hablando con ellas y diciéndoles que la imagen rota en el espejo y la idea de no tener atractivo suficiente para ser amado son falsas; no son más que reacciones a una creencia. Luego se le dice al cuerpo que se relaje y se libere de la contracción y las emociones. Cuando el cuerpo se empiece a relajar y las emociones se suavicen, visualiza la imagen o símbolo como una foto­grafía. Márcala varias veces con fuerza con un tampón de tinta roja que diga «¡CANCELADO!». Luego rómpela y qué­mala en fuego violeta hasta que desaparezca. La llama de color violeta transmuta la energía hacia una frecuencia vibratoria superior o la ilumina. Si aún sientes una carga o contracción, busca otra imagen para la creencia y repite los pasos.

Ahora que tienes una idea de lo que es una creencia y de lo que hace falta para despejarla.


 Intenta lo siguiente:

1. Hay una creencia o mentira que corre por el planeta que dice: «Si naces, debes morir». Esta creencia extendida niega toda posibilidad de ascensión y evolución espiritua­les desde la tercera a la cuarta dimensión. En este ejerci­cio la utilizarás como creencia a cancelar.
2. Cierra los ojos, conéctate a la tierra, extiende el aura y comprueba los colores y las rosas de los límites.
3. Opcional: Haz fluir las energías doradas cósmicas y terrestres para lograr una liberación más profunda si quie­res emplear tiempo en ello, pero no es crucial.
4. Pide en tu interior una imagen o símbolo que repre­sente la creencia, «Si naces, debes morir». Vale cualquier imagen que te venga a la cabeza. Puede ser un ataúd, una calavera y dos huesos cruzados, la escena de tu propio funeral o cualquier cosa que se te ocurra.
5. Mientras retienes la imagen, piensa en la creencia unas cuantas veces mientras respiras profundamente y ob­servas dónde reacciona el cuerpo y cómo reaccionan tus emociones a la creencia. Tus reacciones pueden variar de lo muy leve a lo muy intenso.
6. Tras identificar las áreas del cuerpo y/o las emocio­nes, habla con tus cuerpos físico y emocional. Haz que acepten la respiración profunda y se liberen de la tenaza y la contracción. Diles que se debe a una mentira, una falsa creencia de la que estás dispuesto a liberarte.
7. Cuando el cuerpo y las emociones se relajen, imagi­na una fotografía del símbolo de la creencia.
8. Utiliza un tampón de tinta roja que diga, «¡CANCELADO!» y marca con fuerza la fotografía del símbolo de la creencia cuantas veces necesites para que sientas que ha quedado cancelado en tu mente consciente y en tu sub­consciente.
9. Ahora rompe la fotografía cancelada en dos o cua­tro pedazos y quémalos con fuego violeta hasta que desa­parezcan del todo.
10. Si aún sientes una carga procedente de esta creen­cia, repite el proceso con imágenes o símbolos nuevos hasta que te sientas despejado. Si es una creencia nuclear (que tiene mucha carga) puede que necesites repetir este proceso varios días e incluso semanas hasta que notes que ha desaparecido. Esto se debe a la disposición en capas, o efecto cebolla, de tu naturaleza holográfica.
11. Piensa en una afirmación que reemplace a estas creencias tal como: «Estoy preparado para trascender a la muerte y ascender en esta vida» o «la ascensión es el paso evolutivo final de los seres humanos». Utiliza una propia si lo prefieres. Dila en silencio o en voz alta unas cuantas veces hasta que el cuerpo reaccione a la afirmación rela­jándose, sintiéndose más libre y ligero o más expandido y lleno de luz.
12. Abre los ojos.
13. Vuelve al paso ‘1’. Esta vez piensa en una creencia que sepas que te limita la vida o las relaciones con los demás, con Dios/Diosa o contigo mismo. Formúlala en una frase. Luego repite los pasos precedentes para despe­jar la creencia.


Los ‘juicios’ se despejan del mismo modo que las creen­cias. La única diferencia es la naturaleza y la fuente de la energía que se despeja. Ahora me gustaría describir la diferencia entre juicio, opinión, preferencia y discerni­miento. Parece haber mucha confusión y controversia so­bre estas áreas entre los buscadores espirituales de hoy.
Un juicio es la proyección de un pensamiento hacia o sobre otra persona o uno mismo que niega el valor de la esencia de la persona. Identifica a la otra persona o a uno mismo con algo que no gusta y de lo que se cree que no tiene valor. Por ejemplo, si dices o piensas: «Es un imbé­cil y un cabezota», identificas a la persona con aquello que le has llamado. Ignoras el valor de la esencia de esa persona y etiquetas a la persona toda basándote en su acti­tud o comportamiento. Esto es un juicio.
De otro modo, si dices o piensas: «Me siento de ver­dad inseguro y frustrado y me enfado cuando es así de cabezota y no me gusta», expresas tus sentimientos y estableces una opinión sobre lo que percibes en el com­portamiento de la persona. Si también dices o piensas: «No me siento seguro ni respetado por esta persona y he decidido no pasar más tiempo con ella», indicas una pre­ferencia basada en una experiencia vital. Esto es usar el discernimiento.

Recuerda: Eres responsable espiritualmente de no juz­garte a ti mismo ni a otros en ningún caso. Cada espíritu o alma realiza su propio viaje evolutivo y no tienes derecho a condenarlos, juzgarlos y así negarles o negarte a ti mis­mo el propio valor inherente. Sin embargo, a la vez eres responsable de hacer elecciones basadas en el discerni­miento, cuidar de ti mismo y no ser una víctima. Si sabes que alguien ha venido comportándose de una manera poco fiable, poco respetuosa o dañina, debes usar el discerni­miento y elegir qué grado de relación es apropiado que mantengáis. Esto no es negar la capacidad de crecer de la otra persona, sino elegir mientras tanto cómo precisas o prefieres relacionarte con ella.
Una vez, mientras meditaba junto a una piscina termal en California hace unos nueve años, un hombre entró dando gritos y haciendo aspavientos. Con los ojos cerrados empecé a quejarme en silencio pensando por qué dejaban entrar en la piscina a personas tan molestas y poco espirituales. ¿Por qué no limitar el acceso a personas sensibles y espiritualmente apropiadas como yo? Cuanto más molesto y ruidoso era su comportamiento, yo reaccio­naba con juicios cada vez más arrogantes. Después sentí clariauditivamente la voz de un hombre que decía: «¡Si lo juzgas, en eso te convertirás!» No hace falta decir que reaccioné con humildad a esta frase. Respondí en silen­cio: «Ayúdame a verle de otro modo. ¿Qué debo hacer?»
El Hermano Blanco que me hablaba me lo explicó así: «Imagina un círculo de 360 grados. Cada aspecto de tu carácter, identificación de personalidad y comportamiento sufre un proceso evolutivo que empieza en el grado cero y termina en los 360 grados. Por ejemplo, en el área de la sensibilidad hacia otros y hacia el entorno, ahora estás en el grado 280 y el hombre al que juzgas tan mal estará en el grado 40. Y sin embargo, lo único que crea la ilusión de diferencia entre vosotros dos es que vuestra conciencia está basada en una realidad de tiempo y espacio. En un nivel de ser y de espíritu fuera del tiempo y el espacio, ambos ocupáis los 360 grados simultáneamente, lo que os convierte en iguales. Lo más probable es que no lleguéis a tener una amistad aquí en la Tierra en el tiempo y el es­pacio porque en esta vida vuestros niveles evolutivos son incompatibles. Pero debes verlo como a un auténtico igual y reconocer su valor espiritual aunque decidas con tu discernimiento no pasar tiempo con él».
Agradecí de verdad al Hermano con lágrimas en los ojos una lección que tanta falta me hacía. Creo que nunca olvidaré esa lección, aunque a veces aún me veo con necesidad de aplicarla.
Básicamente, debes decidir con discernimiento con quién te asocias íntimamente y con qué grado de intimi­dad. Desde un punto de vista vibratorio, resuenas con al­gunas personas y con otras no tienes nada que ver. Es natural tener preferencias basadas en la resonancia y la compatibilidad. Es importante darse cuenta de que el ni­vel evolutivo de compatibilidad puede ser muy distinto de la atracción que sientas por el alma de alguien. Ese al­guien te puede atraer por el alma y mediante el magnetis­mo kármico para después descubrir que la vida diaria con esa persona es dolorosa, desagradable o incompatible en el mejor de los casos.
Un compañero sentimental mío me acusó una vez de culparlo, juzgarlo y no tratarlo como igual porque le decía que nunca cumplía las promesas que me hacía y le daba ejemplos específicos de ello. También le explicaba que este comportamiento particular suyo me dolía. Cada vez que me mostraba dolida o quería hablar de algo que no funcionaba en la relación, recibía de él el mismo mensaje y yo reaccionaba llorando, sintiéndome culpable y esfor­zándome de verdad por comprender y amar mejor. Pero también seguía pensando de mí misma que no actuaba de modo correcto.
Un día, después de haberse repetido esta situación, el Arcángel Miguel me dijo suavemente: «Amorah, al negar­te amor y hacerte acusaciones que te hacen sentir culpable y te avergüenzan, te manipula y te controla. Si ves que algo no funciona, tienes derecho a señalarlo. Cuando una persona te trata mal, tienes la responsabilidad de defen­derte y de no permitir que continúe. Contestar de esa ma­nera no es culpar, es usar el discernimiento. Puede que sepas que él es un igual en el nivel del alma, pero en el trato personal diario es un chiquillo rebelde y torturador la mayor parte del tiempo, mientras que tú eres una mujer adulta. No estáis en el mismo nivel de crecimiento y ma­durez aquí en la Tierra. Es importante que reconozcas eso sin culpa y dejes de avergonzarte de señalarle sus actos y sus actitudes».
Lecciones como ésta son increíblemente valiosas para el viaje espiritual. A la hora de elegir sensata y amorosa­mente a compañeros y amigos, no sólo debes tener en cuenta tu conexión con el alma de otras personas y su plan espiritual. También debes examinar sus acciones dia­rias y su comportamiento ante las situaciones de la vida. Si no ponen en práctica diariamente lo que representan sus ideales espirituales, no pueden o no quieren mantener sus promesas ni tratarte con respeto e integridad, debes utilizar el discernimiento y elegir la naturaleza de las rela­ciones que quieras o no mantener con ellos.
Ahora que he expuesto lo que es un juicio, un discer­nimiento, una preferencia y una opinión, estás preparado para despejar un juicio. Piensa en alguien de quien tengas un juicio. Piensa en ese juicio. Luego vuelve al proceso para despejar una creencia y sigue los mismos pasos para despejar el juicio. En el paso 12 afirma: «Reconozco que ________ (nombre de la persona) es un espíritu de luz santo y divino cuya vida tiene valor». Aún puedes decidir no tener nada que ver con esa persona, estás en tu derecho.

Ahora repite los mismos pasos dados para despejar una creencia, pero esta vez despeja un juicio sobre ti mis­mo. Crea tu propia afirmación en el paso 12 similar a la que has utilizado para liberar el juicio sobre otra persona. Cuando te sorprendas a ti mismo juzgando a alguien, incluso a ti mismo, párate inmediatamente y di: «Ordeno que este pensamiento quede cancelado». Luego coloca tu verdad superior en su sitio. Si el planeta entero hiciera esto, todos tendríamos paz.

Las «imágenes perfectas» también se pueden despe­jar con el mismo proceso utilizado para despejar creen­cias y juicios. Se crean imágenes perfectas cuando se toma un ideal o una meta relacionados con algo que se quiere o no se quiere ser y se convierte en un fin absoluto. Generalmente, cuando no estás a la altura del ideal o la meta, te desprecias a ti mismo. Por ejemplo, puedes tener el ideal espiritual de ser compasivo y comprensivo. Sin embargo, si te culpas y te avergüenzas de cualquier defec­to a superar con el fin de llegar a ser compasivo y com­prensivo, puede que nunca lo consigas. Cuando te enfadas o emites juicios en lugar de ser compasivo y comprensivo, puedes sentir tal sensación de fracaso que te deprimes, te avergüenzas, y te castigas. La actitud más apropiada sería tomar conciencia de la actitud o comportamiento imper­fectos e intentar transformarlos sin recurrir a la formula­ción de juicios.
Una vez fui a una sesión de lectura y sanación con mi maestra porque me sentía deprimida y pensaba en el suici­dio. Sabía que no me iba a suicidar, pero las emociones negativas me abrumaban. Cuando entró en trance, me dijo: «No me extraña que pienses en el suicidio. Tienes tantas imágenes perfectas de ti procedentes de ti misma y de otras personas encendidas en cada chakra, que has decidido que nunca estarás a su altura y te has rendido». Dedicamos la hora y media a identificar imágenes perfec­tas y a despejar las que venían de otras personas. También recibí una lista de imágenes perfectas creadas por mí para despejar en casa. Aquel día salí de casa de mi maestra riendo, sintiéndome feliz de nuevo.
Piensa en áreas de tu vida en las que te sientas fuera de lugar, avergonzado o fracasado. Luego identifica las imágenes perfectas que representen quién crees que debes ser. Mediante el proceso mencionado para despejar creen­cias y juicios despeja esas imágenes perfectas. En el paso 12 crea una afirmación tal como: «Soy una persona com­pasiva y comprensiva que está madurando. Me amo y me acepto exactamente como soy ahora». Si descubres imá­genes perfectas con origen en otras personas, puedes eli­minarlas con rosas.

Para despejar “formas de pensamiento” recurre a la misma técnica utilizada para creencias, juicios e imáge­nes perfectas. La única diferencia es que una forma de pensamiento es una estructura compuesta a partir de mu­chas imágenes pasadas y/o presentes, creencias, juicios y/o imágenes perfectas alrededor de un tema central. Cuan­do percibo estas formas de pensamiento extrasensorial­mente, me recuerdan a una madeja en la que se enrollan pensamientos, creencias y/o imágenes altamente cargadas procedentes de experiencias de la vida alrededor de un tema común. Se unen unas a otras y se enrollan como la cinta de vídeo en la bobina. Una forma de pensamiento tiene la capacidad de cargarse tanto que llega a convertir­se en lo que llamo un «ente de pensamiento». Este tipo de ente va controlando aspectos de la propia vida e inhibe el crecimiento.
Trabajé con un cliente que tenía una forma de pensa­miento de esta magnitud que le hacía creer que si no controlaba a las mujeres se moriría. Por supuesto, estaba a merced de su propia creación y vivía con temor al vacío y se resistía a intimar. Este pensamiento se componía de muchas creencias y juicios. Algunos aparecen en esta lis­ta, que dará alguna idea de cómo se genera una forma de pensamiento. Eran:

1. Si no puedo extraer y utilizar el amor y la luz de una mujer, moriré porque yo no tengo ni lo uno ni lo otro.
2. Soy incapaz de salvarme a mí mismo.
3. Cualquier cosa que tenga que hacer para salvarme está justificada, aunque lastime o empobrezca a otros.
4. Sólo podré ser feliz teniendo el control sobre la se­xualidad de una mujer haciendo que me desee y luego negándome a ella.
5. Debo hacer que la mujer se sienta fuera de lugar, no deseada, e incompleta para que me necesite.
6. El único poder que satisface es el poder absoluto. 7. Debo ocultar quién soy en realidad a cualquier pre­cio y ser astuto y manipulador para cubrir mis necesi­dades.
8. Si utilizo la autocompasión para que la mujer me tenga lástima e intente salvarme, será mía.
9. Nadie hará que me rinda. Soy más poderoso que el amor y lo demostraré.
La imagen nuclear y primigenia que inició la forma de pensamiento procedía de una vida pasada en la que este hombre fue herido por una esposa, a la que amaba profun­damente, que huyó con otro hombre. En ese momento juró no volver a permitirse amar o confiar en nadie. Tam­bién juró castigar a cuantas mujeres pudiera por lo que aquélla le había hecho. Después se convenció de que el odio era más fuerte y más poderoso que el amor y que a partir de entonces se decantaría por el odio.
Estos juramentos, fruto de la ira, el dolor y la vengan­za, le acompañaron a través de muchas vidas, creando una forma de pensamiento que crecía cada vez más con cada vida. Para cuando lo conocí, esta forma de pensamiento controlaba por completo la parte inferior de su cuerpo, igual que sucede en casos de posesión por parte de un ser demoníaco. La forma de pensamiento tenía voz y volun­tad propias y era más grande que el yo de luz de este hombre y «aún más feo», como quien dice.
Aunque cueste creerlo, la forma de pensamiento era aún más complicada, pero creo que con esto es suficiente. Por suerte, no hay muchas formas de pensamiento que crezcan hasta alcanzar tales proporciones, pero debes sa­ber hasta qué punto pueden llegar si no se las trata a tiempo.
No puedo decirte en realidad cómo identificar estas formas de pensamientos en ti mismo a no ser que seas clarividente o clariauditivo y los veas, o recibas mensajes sobre ellos. Pero a medida que crezcas y progreses, sea a través de guías, sueños o percepciones repentinas, puede que en algún momento te des cuenta de que una forma de pensamiento controla algún aspecto de tu vida. Si eso ocurre, utiliza el procedimiento para despejar creencias dado previamente en esta sección y despeja las imágenes y creencias que componen la forma de pensamiento de una en una hasta que hayan desaparecido. Si sueles recor­dar tus sueños, pide antes de ir a la cama que el tema del último sueño de la noche sea una forma de pensamiento que necesites despejar. Cuando despiertes y recuerdes el sueño, entra en estado de meditación y pide ver o escu­char cuáles son sus componentes. A partir de aquí ya puedes aplicar el proceso para despejar creencias dado anteriormente.


Acuerdos (o contratos) psíquicos

En la vida diaria siempre se establecen acuerdos o contra­tos psíquicos con los demás. Algunos se corresponden con acuerdos conscientes, tales como una cita para comer o quedar con el compañero de piso en que uno hará la colada si el otro prepara la cena. Cuando la actividad fina­liza, el contrato se disuelve y no quedan lazos. Sin embar­go, hay muchos tipos de contratos totalmente inconscien­tes o subconscientes que se establecen con los demás. Por ejemplo, puedes tener un amigo con una inclinación fuer­te a culpar a los demás. Tú, por otro lado, puedes temer llevar la contraria a alguien por miedo a que se enfade contigo y pierdas su amistad. De modo que este amigo y tú habéis creado un acuerdo inconsciente: Siempre te pon­drás de su lado contra los demás en cualquier caso, y tu amigo nunca se enfadará contigo.
Este tipo de contrato es muy codependiente. Ayudas a este amigo a persistir en su actitud acusadora y negativa y él hace que no pierdas el miedo a la ira y al rechazo. Ninguno de los dos tiene mucha libertad para crecer y evolucionar en estas áreas de la vida. Por lo tanto, cuando descubras e incluso sospeches tener contratos poco sanos con otros, es importante despejarlos.
Algunos contratos deben liberarse porque usurpan el libre albedrío de modo inapropiado. Por ejemplo, he teni­do numerosos clientes que tras el final de una relación no pueden olvidarla del todo y aceptar nuevas relaciones en su vida. A menudo me encuentro con clientes que han es­tablecido contratos como: «Si cambias, volveré contigo» o «te esperaré siempre» o bien «no me permitiré tener otra relación porque te abandoné y eso te provocó mucho dolor y enfado». También me he encontrado con contratos entre ex amantes, comprometiéndose a tener hijos juntos aunque no pretendan reanudar su relación. Estos tipos de acuerdos paralizan literalmente el área vital en particular que controlan; no dejan cambiar de idea, olvidar o hacer lo preciso para seguir adelante.
Si tiendes a absorber las emociones y los problemas de los demás, probablemente te ocurrió eso con tu padre, tu madre o con ambos cuando eras pequeño. Muchas familias tienen al menos un miembro que actúa de vertedero emocional para los padres y/o los otros hijos. Los contra­tos que regulan esto contienen variaciones específicas, pero tienen similitudes. Siguen unos ejemplos:

1. Absorbes el miedo de tu madre para que sea más capaz de atender tus necesidades físicas.
2. Absorbes la ira entre tus padres para que no se ha­gan daño o te lo hagan, pero a ti no se te permite expre­sar ira.
3. Al ser el hijo mayor, te ocupas de las necesidades físicas y emocionales de los más pequeños poniendo tus propias necesidades en último lugar.
4. Como tu madre ha dejado de atender y relacionarse sexualmente con tu padre, te conviertes en su esposa sus­tituta, absorbiendo su exceso de emociones y energías sexuales y permitiéndole tomar energía de tu segundo chakra cuantas veces lo precise.
5. Tu madre te puede absorber la fuerza vital siempre que quiera porque te dio la vida y, por lo tanto, se lo debes.
6. Te sientes culpable de ser una carga para tu madre o tu padre, así que te aprestas a absorber sus emociones y su dolor y a darles tu energía.

Esta lista no pretende presentar a nadie como mala persona; pretende hacerte caer en la cuenta de la naturale­za de los acuerdos psíquicos en una sociedad que tiende hacia la represión emocional, la codependencia y la nega­ción. Siguen otros ejemplos corrientes de acuerdos:

1. Los miembros de la familia no reconocen el proble­ma del padre o la madre con la bebida, su comportamien­to violento, su mal genio, sus problemas económicos o cualquier otra cosa de la que se avergüence la familia.
2. Absorbes el miedo de otra persona para demostrar que no la vas a herir como otros hicieron en el pasado.
3. Cambias sexo por sostén económico.
4. Nunca discrepas con el jefe para que no te despida. 5. No te casarás hasta que muera tu madre ni vivirás lejos de ella. Así siempre estarás a mano si ella te necesita o está sola.

La lista podría continuar indefinidamente. Al menos ya tienes una idea de la naturaleza de los contratos perso­nales. También hay contratos sociales y planetarios.

Ejem­plos de contratos sociales son:

1. Los que vivimos en la zona este de la ciudad no tenemos nada que ver con las otras razas, o seres inferio­res en general, de la zona norte, y estamos de acuerdo en que los de la parte oeste son esnobs.
2. Los miembros de nuestro grupo social no llevan co­lores chillones.
3. Apoyamos el victimismo de cada uno jugando al «pobre de mi» y estando de acuerdo en que no tenemos una oportunidad en este mundo. «Desdicha en compañía» es otro modo de decirlo.
4. Sólo nos relacionaremos con miembros de nuestra Iglesia porque somos las únicas buenas personas de la ciudad.
Algunos de los contratos planetarios que he encontra­do y despejado en mí misma y/o en clientes son:
1. Estamos de acuerdo en que todos en este planeta deben estar bajo el mando de, y responder a, un gobierno organizado. Si ese gobierno cuenta con entes oscuros que controlan y poseen a su jefe, debemos someternos tam­bién a ellos.
2. Somos los únicos seres vivos que existen, no hay vida más allá de la Tierra.
3. Las mujeres se mantendrán oprimidas mediante la mentira de Adán y Eva de que la mujer trajo la oscuridad sobre el planeta.

Hay más, muchos más. Puede que al menos un ejem­plo de contrato tenga en ti resonancias personales y puede que te hayan dado ideas sobre algunos no mencionados. Puedes despejar estos acuerdos con el proceso siguiente. Empieza con uno de los contratos planetarios antes men­cionados y luego formula uno propio.


1. Cierra los ojos, conéctate a la tierra, extiende el aura y comprueba las rosas y los colores de los límites.
2. Opcional: Haz fluir las energías cósmicas doradas y terrestres y ponlas en Automático.
3. Visualiza un documento legal en cuya parte supe­rior figure la palabra «CONTRATO».
4. En la parte inferior del contrato, a un lado, verás tu propio nombre.
5. En el lado opuesto verás el nombre de la persona o grupo con quien has establecido el acuerdo. La primera vez que des estos pasos verás «los ciudadanos del planeta Tierra» en el lado opuesto al de tu nombre.
6. Ahora debes decirte de qué trata el contrato o vi­sualizar las palabras del contrato si lo prefieres. La prime­ra vez imagina que el contrato dice: «Los seres humanos de este planeta deben estar bajo el dominio de un gobier­no oficial y de los entes que controlan el gobierno».
7. Escribe «ANULADO» sobre el contrato de tu puño y letra, en letras grandes y rojas.
8. Rompe el contrato en dos y quémalo en un fuego de color normal.
9. Repite el proceso a partir del paso 3, esta vez usan­do un contrato que tengas con una persona o grupo.
10. Cuando termines, abre los ojos.

Ahora me gustaría exponerte un proceso para despejar tu sistema de chakras de todo contrato inadecuado con personas importantes de tu vida. Tratarás de despejar sólo esos contratos que no sirvan a tu bien superior y sobre los cuales no precises saber para aprender y crecer.

El ejem­plo siguiente te ayudará a despejar contratos con tu ma­dre:

1. Cierra los ojos, conéctate a la tierra y comprueba el tamaño del aura y los colores del límite.
2. Haz fluir energías doradas, cósmicas y terrestres y ponlas en Automático. Este paso no es opcional esta vez.
3. Centra la atención en hacer fluir las energías dora­das cósmicas y terrestres a través del chakra de la coroni­lla. Extiende las manos hacia delante y convoca los con­tratos inapropiados con tu madre o figuras maternas que existan en este chakra y que deban ser consumidos.
4. Cuando notes los contratos en las manos o imagines que están allí, rómpelos en dos y quémalos en un fuego de aspecto normal.
5. Haz fluir la mezcla de energías a través del sexto chakra o tercer ojo. Convoca los contratos con tu madre que estén preparados para ser liberados de este chakra.
6. Rómpelos en dos y quémalos.
7. Haz fluir las energías doradas cósmicas y terrestres a través del quinto chakra o de la garganta. Convoca los contratos con tu madre de este chakra, rómpelos en dos y quémalos.
8. Haz fluir la fusión de energía a través del cuarto chakra o del corazón. Ahora rompe y quema los contratos con tu madre en este chakra.
9. Haz fluir la fusión de energías a través del tercer chakra o del plexo solar. Rompe y consume los contratos con tu madre de este chakra.
10. Haz fluir la fusión de energías a través del segundo chakra o chakra sacro. Rompe y quema los contratos con tu madre que estén contenidos en este chakra.
11. Finalmente, haz fluir la fusión de energías a través del primer chakra en la base de la columna. Convoca los acuerdos con tu madre de este chakra, rómpelos y qué­malos.
12. Haz fluir la energía a través de la ruta espinal y de los brazos durante al menos dos minutos más para facili­tar el despejamiento en curso. Si sientes emociones durante este proceso, sigue haciendo fluir energía, respira profundamente y déjate expresar los sentimientos en el modo que precises hasta que queden liberados. Si un chakra está tenso o dolorido, irrígalo con la fusión de energía cósmica dorada/terrestre mientras inspiras y espiras a tra­vés de la zona hasta que se relaje y las emociones hayan cesado.
13. Vuelve a conectarte a la tierra si hace falta. Abre los ojos.
14. Inclínate y descarga.

Se recomienda que esperes de unos días a una semana antes de acometer el proceso de despejar los contratos con tu padre, hermanos, ex amantes, cónyuges o cualquier otro que consideres apropiado.



Retirada de cordones

Los cordones psíquicos son formas condensadas de ener­gía en forma de ‘tubo’ con las que enlazas o intercambias energía con otra persona. Existen usos sanos y poco sanos de los cordones. Daré tres ejemplos de cordones sanos. Primero, cuando nace un niño, cuenta en teoría con cor­dones en los chakras del corazón y de la raíz que lo unen con su madre. Los cordones del chakra del corazón permi­ten al niño unirse con el alma de su madre. Los cordones del chakra de la raíz hacen que el niño se sienta conectado y seguro. Para cuando el niño tiene entre cinco y siete años, es bueno que disuelva estos cordones generando así más autonomía y autoconfianza.
El segundo ejemplo de cordones sanos está en las relaciones sexuales. Los amantes suelen tener cordones uniendo los chakras del corazón y sacros para el intercam­bio de amor y energía sexual y para el enlace de las almas.
Los del tercer ejemplo son generalmente más breves. Hay momentos con amigos o seres queridos durante los cuales decidimos compartir amor a través de cordones que unan los chakras del corazón. Sin embargo, en otros momentos, la mayoría de estos cordones no son necesa­rios para relacionarse con estas personas porque pueden crear codependencia y fusión excesiva.
Una buena alternativa a los cordones es permitir la fusión o superposición de tu aura con el aura de la perso­na con quien desees tener una conexión más íntima. Así, al separaros no es tan probable que se queden sus imáge­nes o emociones en tus chakras y tu aura ni que las tuyas se queden en los suyos. Aprender a retirar cordones te permite elegir el nivel de conexión que desees.

Los cordones poco sanos pueden: extraer tu energía; obligar a tu cuerpo a procesar el dolor, las imágenes o las emociones de otras personas; controlarte de varias maneras, por ejemplo, a través de la culpa o de mensajes sub­conscientes, intimidación o imágenes de temor a perder algo; crearte exceso de dependencia de otras personas, o a ellas de ti; usurpar tu libre albedrío; hacer que se estan­quen en ti imágenes antiguas tales como la baja autoestima o tener que ganarse el amor a través del sacrificio…-. Las variaciones son interminables como el número de perso­nas y de problemas y descompensaciones individuales.
Puedes haber recibido o dado cordones sin ser cons­ciente de ello. Así es en la mayoría de los casos. Por suerte, una vez que despejes los cordones, empezarás a sentir si llegan otros nuevos, con lo que será más fácil detectarlos y decidir qué hacer con ellos. Si sientes que la energía se te escapa en presencia de tu padre, de tu madre o de cualquier otra persona, o sientes sus emociones en tu interior, es una buena señal de que tienes un cordón poco sano con esa persona.

Los cordones se retiran muy suavemente para provocar la mínima reacción posible en la otra persona y para eliminar la posibilidad de dañar algún chakra. Tirar bruscamente de un cordón puede, en algunos casos, crear cicatrices o arañazos en el cuerpo etérico. También puede hacer que la otra persona contraataque psíquicamente. Por lo tanto, para retirar un cordón tira siempre de él con suavidad hasta arrancarlo totalmente, un poco cada vez, allá donde esté unido a tu cuerpo. Luego coloca una rosa en el extremo del cordón que has retirado. Empuja suavemente la rosa con el cor­dón hasta el exterior del aura y hazla estallar fuera del aura. Llena el hueco de tu aura con luz dorada para sellarla y crear un entorno que favorezca la autosanación. (Estos pasos se muestran en ilustraciones en ‘el libro’, pero siguiendo los pasos explicados aquí se pueden realizar perfectamente, con el auxilio de la imaginación.)

Antes  de retirar un cordón haz fluir energía dorada a través del canal de la columna y los brazos. Imaginarás la energía dorada penetrando por el chakra de la coroni­lla hasta el chakra de la garganta, y luego verás bajar la energía por los hombros hasta los brazos y desembocar en los chakras de las palmas de las manos. Este flujo de energía hará que sientas el cordón más fácilmente.

Tras unos segundos, (minutos para cordones duraderos), dejarás de ver el color oro en la parte del aura que llenaste tras retirar el cordón. El hueco se llenará de tu propia energía y recuperará su apariencia normal.


El siguiente es un proceso paso a paso para encontrar y retirar cordones:

1. Cierra los ojos, conéctate a la tierra, extiende el aura, comprueba las rosas y los colores de los límites y haz cualquier ajuste preciso.
2. Imagina un sol dorado sobre la cabeza y dirige la luz dorada hacia los canales sanadores: debes verla fluir desde el chakra de la coronilla hasta la parte superior del chakra de la garganta, luego atravesará los canales peque­ños que bajan por la parte superior de los hombros y los brazos y finalmente desembocan en los chakras de las palmas. Usa la luz dorada, la visualización y la respira­ción para abrir los canales sanadores e irrigarlos durante unos treinta segundos antes de continuar. Sentirás la ener­gía que sale a través de las palmas.
3. Mueve muy despacio cualquiera de las manos por el aura, siempre cerca de la parte delantera del cuerpo. Empieza en la cabeza y la cara, luego sigue por el pecho, plexo solar y sigue más abajo hasta que la mano quede delante de la entrepierna. Mueve la mano despacio para que sientas los cambios leves del campo de energía. Si es demasiado leve para ti, practica primero con alguien y luego pruébalo en ti.
Procura sentir al tacto los lugares donde la energía sea más intensa y concentrada. Puede que sientas una «vibra­ción» o un «cosquilleo» al tocar los cordones. O bien puedes sentirlos gruesos y pesados, o más duros y sólidos que el resto del aura. Cuando encuentres algo, mueve la mano despacio hacia la parte delantera del aura. Si la sen­sación desaparece a poca distancia de aquel punto, signi­fica que la energía no es un cordón. En ese caso utiliza rosas para recoger la energía densa y retirarla del aura. Percibirás un cordón si puedes seguirlo hasta el límite del aura. De modo que, si lo que sientes tiene límites bien definidos y se extiende más allá del alcance de la mano, lo más probable es que sea un cordón.
4. Cuando localices un cordón, intentarás identificar a la persona con quien te conecta. A veces, la identidad es evidente por el tacto del cordón. Si no lo es, puedes usar un pequeño truco. Pronuncia en voz alta el nombre de la persona con quien crees tener el cordón mientras lo sos­tienes en la mano. Si has acertado, el cordón responderá al nombre alterándose de algún modo: vibrando, haciéndose más fuerte o calentándose, por ejemplo. Si no cambia, di más nombres hasta encontrar el adecuado. Puede ser in­cluso alguien a quien no has visto o con quien no has ha­blado en algún un tiempo. He despejado cordones míos y de mis clientes procedentes de padres o ex cónyuges a los que no habían visto o con quienes no habían hablado durante años.

5. Ahora que has identificado el cordón que deseas retirar, lleva las manos al lugar del cuerpo donde el cor­dón se conecta. Sin dejar de hacer fluir la luz dorada cósmica a través de las palmas, tira suavemente del cor­dón empezando por los bordes, un poco cada vez, hasta que se separe del cuerpo.
6. Coloca una rosa en el extremo del cordón que aca­bas de separar del cuerpo y empújala hacia el exterior del aura. Haz estallar la rosa con el cordón.
7. Llena el hueco dejado por el cordón desde tu cuer­po hasta el límite del aura con la luz dorada que fluye a través de las palmas o desde un pequeño sol en el exterior del aura.
8. Ahora intenta retirar un cordón de otro modo. Pri­mero visualiza una pantalla de cine en el exterior del aura.
9. Toca la pantalla con las dos manos para despejarla con la energía dorada sanadora.
10. Debes ver en la pantalla tu propia imagen vuelta de espaldas.
11. Toma una bola de luz púrpura y lánzala a tu imagen vuelta de espaldas en la pantalla. Haz que la energía púr­pura permanezca allí e ilumine cualquier cordón que deba retirarse de la espalda. (Yo retiro todos los cordones que tenga en la espalda, pues tienden a estar más escondidos, a hundirse más en el subconsciente y a ejercer más control que los cordones de la parte delantera.)
12. Tras localizar un cordón repite los pasos 4 a 7 para retirarlo. Siente el cordón y llena el hueco en la pantalla en lugar de en tu propia aura. Vuelve al paso 13 cuando com­pletes el paso 7.
13. Cuando haya terminado la sesión de retirada de cordones, pon la pantalla en una rosa y hazla estallar.
14. Sella el aura con el color que utilices.
15. Vuelve a conectarte a la tierra si es preciso.
16. Abre los ojos.

Si encuentras que un cordón insiste en volver al mis­mo punto o si vuelve a surgir tan pronto como intentes expulsarlo del aura, quiere decir que mantienes una creencia sobre la persona con quien estás conectado o un contra­to con ella. Es bien fácil identificar esta creencia o con­trato si sientes la energía e identificas a la persona. Des­pués, despeja la creencia o el contrato como se ha descrito antes en este capítulo y vuelve a retirar el cordón. No debe volver. Si la persona sigue siendo muy persistente a nivel psíquico, coloca una rosa en el exterior del aura con su rostro y una señal de «no pasar». Reemplaza diariamente esta rosa hasta que creas no necesitarla.

Usa las técnicas de despejamiento y autosanación de este capítulo tan a menudo como creas oportuno.






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